Todos los artistas tiene un estilo de composición diferente para dar vida a su arte. Los arquitectos no están exentos de esto, pues cada uno tiene su manera de componer sus obras y de transformarlas en las estructuras que vemos a nuestros alrededores. Frank Gehry y Rafael Moneo ambos comparten similares estrategias de composición que vienen de lo anti-moderno y de lo informe.
Frank Gehry es verdaderamente un artista. Sus planos a simple vista parecen los garabatos de un niño u obras de arte abstracto, pero una vez se convierten en estructuras, son cómo esculturas gigantescas a las que se puede entrar. En sus obras es común la falta de simetría y la utilización de muchos paneles de metal. Con los paneles de metal crea curvas que al reflejar la luz del sol crean un espectáculo, como es el caso con su obra Neuer Zollhof en Alemania. Su estilo rompe con las tendencias modernas del minimalismo y la naturalidad de la estructura ante sus alrededores, pues sus edificios resaltan en sus espacios y dejan clara su presencia. Uno de los mejores ejemplos de esto es el "Dancing House" en Praga.
    Rafael Moneo crea en su arquitectura una mezcla que hace que sus estructuras sean únicas. Esta mezcla es la de la arquitectura contemporánea y la histórica. Su proyecto del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida es el más famoso y es increíble. Moneo se destaca por su gran conocimiento sobre la luz, el cual lo ayuda a crear increíbles efectos como el que se crea con el ladrillo del Museo Nacional de Arte Romano, que al recibir la luz solar se torna casi dorado. 
   Es escasa la cantidad de arquitectos que logran llegar al punto medio entre el arte y la arquitectura. Eso sí, los que lo logran pasan a ser parte de la historia de la arquitectura como grandes arquitectos de la manera en que Gehry y Moneo lo han hecho. Con sus ingeniosas técnicas de composición ambos crean estructuras que son consideradas obras de arte. 
